Cuajinicuilapa, en la Costa Chica de Guerrero
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Foto: Arturo Lara
Por: México Desconocido
Te invitamos a descubrir la historia de esta región del estado de Guerrero.
El municipio de Cuajinicuilapa se halla en la
Costa Chica de Guerrero, en el límite con el estado de Oaxaca, con el
municipio de Azoyú y el océano Pacífico. Predominan en la región los
plantíos de jamaica y ajonjolí; en la costa hay palmeras, milpas y
hermosas playas de blanca arena. Es una sabana de terrenos planos y
extensas llanuras, con un clima cálido donde la temperatura promedio
anual alcanza los 30ºC.
El nombre del municipio está formado por tres vocablos de origen
náhuatl: Cuauhxonecuilli-atl-pan; cuajinicuil, árbol que crece a orillas
de los ríos; atl que significa “agua”, y pan que quiere decir “en”;
entonces Cuauhxonecuilapan significa “Río de los cuajinicuiles”.
Antes de la llegada de los españoles, Cuajinicuilapa era provincia de
Ayacastla. A su vez, Igualapa fue la cabecera de la provincia hasta la
Independencia y después se trasladó a Ometepec.
En 1522 Pedro de Alvarado fundó en el corazón de Ayacastla la primera
villa española en Acatlán. En 1531 una insurrección tlapaneca ocasiona
la huida masiva de los lugareños y la villa es paulatinamente
abandonada. En ese siglo XVI la población indígena fue desapareciendo
debido a las guerras, la represión y las enfermedades.
Los españoles, así, se vieron en la necesidad de buscar trabajadores
de otras latitudes para seguir explotando las tierras usurpadas, dando
inicio de esta manera a la trata negrera, que constituye uno de los
hechos más crueles y lamentables de la historia de la humanidad.
Deportados masivamente en un tráfico ininterrumpido durante más de tres
siglos, un número superior a veinte millones de africanos en edad
productiva fueron arrebatados de sus pueblos y reducidos a mercancía y a
motores de sangre, causando una perdida demográfica, económica y
cultural casi irreparable para África.
Aunque la mayoría de los esclavos llegaban al puerto de Veracruz,
también hubo desembarcos forzosos, contrabando de esclavos y grupos de
cimarrones (esclavos libres) que llegaron a la Costa Chica.
A mediados del siglo XVI don Mateo Anaus y Mauleon, hidalgo y capitán
de guardia del virrey, acaparó enormes extensiones de tierra en lo que
fuera la provincia de Ayacastla, que comprendía por supuesto a
Cuajinicuilapa.
La región fue convertida en un emporio ganadero que abastecía a la
colonia de carne, pieles y lana. En esta época llegaron a la región
varios negros cimarrones que buscaban refugio; algunos venían del puerto
de Yatulco (hoy Huatulco) y de los ingenios de Atlixco; éstos
aprovecharon lo aislado de la zona para establecer pequeñas comunidades
donde pudieran reproducir sus patrones culturales y vivir con cierta
tranquilidad lejos de sus crueles represores. En caso de ser capturados
recibían un feroz castigo.
Don Mateo Anaus y Mauleon les brindó protección y con ello obtuvo
mano de obra barata, de tal modo que poco a poco Cuajinicuilapa y sus
alrededores se fueron poblando de cuadrillas de negros.
Las haciendas de esa época fueron verdaderos centros de integración
étnica donde convivían, junto con los amos y sus familias, todos
aquellos que se dedicaban al trabajo de la tierra, la vaquería, el
curtido de pieles, la administración y la atención doméstica: españoles,
indios, negros y toda suerte de mezclas.
Los esclavos se hicieron vaqueros y se dedicaron en buen número al curtido y la preparación de pieles.
Los siglos transcurrieron con abandonos, nuevos repartos
territoriales, conflictos armados, etcétera. Hacia 1878 se instaló en
Cuajinicuilapa la casa Miller, que fue fundamental en el devenir de la
región durante el siglo XX.
La casa era una sociedad de los Pérez Reguera, pertenecientes a la
burguesía de Ometepec, y Carlos A. Miller, un ingeniero mecánico
estadounidense de origen alemán. La sociedad consistía en una fábrica de
jabón, así como en la cría de ganado y en la siembra del algodón que
serviría como materia prima para elaborar los jabones.
El latifundio Miller abarcaba todo el municipio de Cuajinicuilapa,
con una extensión aproximada de 125 mil hectáreas. Los ancianos afirman
que entonces “Cuajinicuilapa era un pueblo con apenas 40 casitas de
zacate y techo redondo”.
En el centro vivían los blancos comerciantes, quienes sí tenían casa
de adobe. Los morenos habitaban puras casitas de zacate entre el monte,
un redondito y a un lado un caídito para la cocina, pero, eso sí, un
gran patio.
El redondo, evidente aportación africana, fue la vivienda
característica de la región, aunque hoy sólo quedan algunos, pues
tienden a ser sustituidos por casas de material.
En las fiestas, se asegura, las mujeres de los diferentes barrios se
ponían a competir con puros versos, y a veces se llegaban a pelear,
incluso con machetes.
Los vaqueros de Miller cargaban sus mulas con algodón hasta la barra
de Tecoanapa, en un recorrido de hasta diez días para llegar al
embarcadero, de donde salían a Salina Cruz, Manzanillo y Acapulco.
“Antes era otra cosa, en el monte se hallaba que comer sin necesidad
de comprar, sólo teníamos que ir a los charcos o al río a pescar, a
cazar iguana, y los que tenían armas se iban a venadear.
“En tiempo de secas nos íbamos al bajo a sembrar; hacía uno su
enramadita que servía de casa todo ese tiempo, el pueblo se quedaba sin
gente, cerraban sus casas y como no habían candados se ponían espinas en
las puertas y ventanas. Hasta mayo se regresaba al pueblo a preparar
las tierras y esperar las lluvias”.
Hoy en Cuajinicuilapa han pasado muchas cosas, pero en lo esencial la
gente sigue siendo la misma, con su memoria, sus fiestas, sus danzas y
en general con sus expresiones culturales.
Danzas como la artesa, las chilenas, el baile de la tortuga, Los
Diablos, los Doce Pares de Francia y la Conquista, son características
del lugar. También son importantes las aportaciones relativas a lo
mágico religioso: curar enfermedades, resolver problemas emocionales con
el uso de amuletos, plantas medicinales, etcétera.
Aquí se han organizado encuentros de pueblos negros con el fin de
revalorar los elementos de identidad que les permitan unificar y
fortalecer el proceso de desarrollo de los pueblos negros de la Costa
Chica de Oaxaca y Guerrero.
En Cuajinicuilapa se encuentra el primer Museo de la Tercera Raíz, es
decir, de la africanía en México. El municipio cuenta con sitios de
singular belleza. Cerca de la cabecera, a unos 30 km, está Punta
Maldonado, pintoresco lugar de la costa, pueblo de pescadores con mucha
actividad e importante producción pesquera.
Los hombres salen al amanecer y regresan ya entrada la noche, en
jornadas que rebasan las quince horas todos los días. En Punta Maldonado
son excelentes las langostas que se pescan a pocos metros de la playa.
Aquí se yergue un antiguo faro que señala prácticamente los límites del
estado de Guerrero con el de Oaxaca.
Tierra Colorada es otra pequeña comunidad del municipio; sus
habitantes se dedican sobre todo a la siembra del ajonjolí y de la
jamaica. A poca distancia del poblado se encuentra la hermosa laguna de
Santo Domingo, la cual posee una gran variedad de peces y de aves que se
descubren entre los espectaculares manglares que rodean a la región
lacustre.
La barra del Pío no está lejos de Santo Domingo, y al igual que ésta,
es de gran belleza. A esta barra llegan por temporadas gran cantidad de
pescadores, quienes levantan viviendas que habrán de utilizar por algún
tiempo. Es común llegar a estos lugares y encontrarse con la sorpresa
de que todas las casas están deshabitadas. No será sino hasta la próxima
temporada cuando los hombres y sus familias regresen y recuperen sus
ramadas.
En San Nicolás la gente es festiva, siempre hay pretexto para la
fiesta, cuando no es la feria, es el carnaval, la boda, los quince años,
el cumpleaños, etcétera. Los pobladores se distinguen por ser alegres y
bailadores; la gente dice que después de los fandangos (que duraban
hasta tres días) se enfermaban e incluso algunos morían bailando.
A la sombra de un árbol (parota) se bailan sones, y la música se hace
con cajones, varitas y un violín; se baila arriba de una tarima de
madera conocida como “artesa”, la cual se manufactura en una sola pieza
de madera y tiene a los extremos una cola y una cabeza de caballo.
Otra danza característica es el “torito”: un toro de petate sale de
paseo por el pueblo y todos los lugareños bailan y juegan alrededor de
él, pero éste arremete contra los asistentes, que hacen todo tipo de
peripecias para salir bien librados.
Los “diablos” son sin lugar a dudas los que mayor presencia tienen,
sus coreografías son vistosas y animadas; con movimientos libres y
ágiles acicatean a los asistentes con sus látigos de cuero; y las
máscaras que portan son de un “enorme realismo”.
Los más jóvenes, vestidos con vistosos trajes, interpretan la danza
de la “Conquista” o los “Doce Pares de Francia”; en estas coreografías
aparecen los personajes más inesperados: Cortés, Cuauhtémoc, Moctezuma,
hasta Carlomagno y los caballeros turcos.
Las “chilenas” son danzas elegantes de movimientos particularmente
eróticos, sin lugar a dudas propios de esta región afromestiza.
Probablemente hoy no sea tan importante saber qué tan africana es la
cultura de los nativos, sino entender lo que es la cultura afromestiza y
definir sus aspectos determinantes como etnia viva, que si bien no
tienen lengua y vestido propio, sí poseen un lenguaje corporal y
simbólico que ellas y ellos utilizan como expresión comunicativa.
En Cuajinicuilapa los lugareños han dado muestras de su enorme
fortaleza al levantarse de todos los imponderables climáticos que
afectan la zona prácticamente todos los años.
Se recomienda ampliamente visitar esta hermosa región de la Costa
Chica de Guerrero, con sus bellas playas y su gente amable y trabajadora
que siempre estará dispuesta a ayudar y a compartir.
SI VAS A CUAJINICUILAPA
De Acapulco de Juárez se toma la carretera núm. 200 que va a Santiago
Pinotepa Nacional. Después de pasar varios pueblos: San Marcos, Cruz
Grande, Copala, Marquelia, Juchitán y San Juan de los Llanos, y de
recorrer 207 km, por la misma carretera llegará a este pequeño pedazo de
África y último poblado del estado de Guerrero que colinda con el
estado de Oaxaca.
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